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La cocción al vapor
Generalidades
La cocción al vapor es sumamente beneficiosa si se respeta el modo de empleo. Sana y nat-
ural, la cocina al vapor conserva todo el sabor de los alimentos. Una salsa refinada o con
hierbas aromáticas añade el pequeño toque que marca la diferencia.
No transmite ningún olor. No es necesario aromatizar el agua de cocción con hierbas o espe-
cias, en cambio, se puede dar sabor a un pescado depositándolo sobre un lecho de algas o
un ave sobre un ramillete de romero o de estragón.
Cuece simultáneamente carne, pescado y verduras.
Calienta suavemente pastas, arroz y puré sin riesgo de que se peguen o se sequen.
Facilita la cocción de cremas, flanes, pasteles de arroz, etc. que, si se recubren con papel de
aluminio, el agua de condensación no los remoja.
No es necesario salar antes, ni siquiera el agua de cocción.
Para dar mejor aspecto a una carne, hay que dorarla rápidamente por todos los lados, con
mantequilla caliente en la sartén.
Comparada con la cocción al agua, el vapor sólo presenta ventajas:
Es rápida: la cocción comienza inmediatamente, mientras que el tiempo de cocción de los
alimentos en un recipiente con agua sólo empieza a contar a partir del momento de la ebul-
lición.
Es dietética: las vitaminas (las denominadas hidrosolubles) y las sales minerales se preser-
van ya que apenas se disuelven en el agua condensada que cubre los alimentos.
Además, no se utiliza ninguna materia grasa para realizar la cocción.
El vapor respeta el sabor de los alimentos. No añade ningún aroma ni sabor de asado o de
pasado por la sartén, ni tampoco lo elimina ya que no hay dilución en el agua.
Reverso de la moneda: es inútil cocer de esta manera un pescado que no estuviera fresco o
una verdura olvidada en el frigorífico durante una semana: ¡el resultado es catastrófico!
El vapor no comunica los sabores ni los olores; así pues, no dude en ganar a la vez tiempo
y dinero cociendo al lado, pero sin que se toquen, un pescado y un postre, por ejemplo.
El vapor también está recomendado para blanquear, recalentar o incluso mantener caliente,
en particular las salsas.
En primer lugar, rehogue en la sartén, con muy poca materia grasa, las carnes de tipo ave,
ternera o cerdo, para que adquieran un aspecto dorado apetitoso. Después, termine su coc-
ción al vapor.
Cortados en trozos, los alimentos se cuecen más rápido y de forma más homogénea que
cuando están enteros.